23 de octubre de 2009

Quiso ir a decirle algo a la mucama, pero justo en ese momento la llamó uno de los recepcionistas y Valentina ya no tenía tanto tiempo como para perder esperándola. Así que se fue a su casa y pensó que en algún momento, detas formas, con o sin mucama, la gente lo iba a saber.
Llegó y lo primero que hizo fue empacar, armar las valijas. Valentina era de esas personas que acomodan su ropa bien en una valija, ya que no le gustaba meter todo hecho un bollito y sentarse arriba para que cierre la valija.
Metió primero su ropa, y luego algunas cosas como perfumes, hebillas, cd's, algunas fotos, papeles, cuadernos, revistas, cosas para escribir, para dibujar.
Mientras Valentina hacía las valijas, su madre la observaba en silencio en la puerta, con los ojos llenos de lágrimas que en cualquier momento correrían por sus mejillas.
- A qué hora te vas? - preguntó su mamá, con la voz cortada.
- A las cuatro y media, tengo que ir al hotel. Pero no sé como voy a hacer, con las valijas, todo el mundo se va a dar cuenta de que soy yo a quién Noah le dedicó una canción y eso... igual, creo que ya se dieron cuenta - dijo Valentina, suspirando al final, como resignada.
- Bueno... y qué problema hay? Que se mueran de envidia de mi chiquita - le dijo su madre, y la abrazó de repente, llenándola de besos. Valentina rió y la abrazó también.
- Ma, gracias... gracias por dejarme ir - le agradeció Valentina mirándola con ojos sinceros.
- No, hija, no tenés nada que agradecerme. Disculpame a mi, si te hice sentir mal cuando te dije que no... es que... Sabés qué? Siempre supe que algún día te irías de casa, porque todos los padres sabemos que en algún momento los hijos se van, para formar sus propias vidas, sus propias familias, para crecer, y pasan a no necesitarnos más a nosotros, los padres. Pero yo... nunca creí que vos te irías tan rápido. Supongo que ya no necesitás tanto de mi - dijo la mamá de Valentina, y al terminar de decir esto, no pudo evitar que se le salieran las lágrimas de los ojos. Eran de esas lágrimas que parecen no tener fin, que salen solas, cuando los ojos no pueden contener más tanta angustia.
Valentina la abrazó, llorando ella también.
- Mamá, siempre voy a necesitarte. - prometió Valentina, y añadió - Además, vos lo tenés a Giuliano, él es chiquito todavía, y bueno, la tenés a Iabella, aunque ella ya se haya ido a vivir con el novio. Pero mirá, nosotros tres, siempre te vamos a necesitar porque vos sos nuestra mamá, y aparte... yo voy a volver! No te creas que te vas a librar tan facilmente de mi, eh? Jajajaja.
Ambas rieron y se dieron un tierno y largo abrazo.


Valentina llegó al hotel, y aún con su valija en mano, entró así y todo al lugar. Para su suerte, ya no había casi tanta gente, solo habían unas veinte personas, como mucho, y los periodistas también se habían ido, solo quedaban dos o tres. Tampoco estaba aquel periodista que había hablado con la mucama.
Ella entró sin ningún problema, fue hasta el lobby. Allí estaba toda la banda. Noah la vio entrar y sus ojos parecieron brillar.
Saludó a todos, y miró la hora. Eran las cinco, y a las seis ya estarían en el aeropuerto.
"Qué lástima que no me pude despedir de Giselle" pensó un poco triste Valentina.
- Hey, qué pasa? Por qué esa carita triste? - le preguntó William a Valentina al verla cabizbaja y pensativa, casi melancólica.
- No, jajaja, nada. Es que... estaba pensando en mi mejor amiga, no me pude despedir de ella, jajaja, pero no importa - rió casi sin ganas Valentina.
William le dio un abrazo tiernamente, y Valentina se estremeció. Noah los vio, pero pareció no importarle que William abrazara a Valentina, al menos, en ese momento, aún no le importaba.
Salieron todos juntos del hotel, incluso Valentina.
Veinte fanáticos la vieron, y algunos periodistas, los pocos que quedaban allí, se encargaron de tomar muchísimas fotos, durante el minuto en el que ellos pasaban -casi corriendo- al auto.
La envidia en las caras de algunos, el asombro en las caras de otros.
"Ya fue" pensó Valentina en ese momento.

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