23 de marzo de 2010

The Compaa.

Hay apodos que nosotros mismos elegimos. Apodos que nos gustan, que creemos que nos identifican, y entonces queremos que todos nos llamen así.
Hay apodos que nosotros no elegimos, que pueden gustarnos o no, que alguien o álguienes nos pone un día y así somos para toda la vida o durante un tiempo.
Hay apodos que no sabemos por qué nos los ponen, apodos que no sabemos bien por qué nacieron, apodos que simplemente se dieron. Apodos en común con otras personas, apodos que te hacen sentir que solo vos y esa o esas persona o personas tiene/n.
Que cuando leés o escuchás que te dicen así, recordás que ese es el nombre que te identifica, a vos y a alguien más. Apodos que únicamente ese alguien te dice, y que solo vos le decís a ese alguien, apodos que se transforman en una especie de 'códigos' o 'costumbres' en una amistad, en un noviazgo, hasta en un matrimonio y por qué no en una hermandad?.
Hay un apodo que nos identificaba a vos y a mí, un apodo que creo yo, solo nosotros nos decíamos. Un apodo que en cierta forma nos unía. Ese apodo era una palabra, o tal vez, ni siquiera era una palabra que exista, tal vez era una abreviatura, pero que nosotros la hicimos palabra. Le dimos significado, un significado que tal vez no sepamos expresar bien en palabras pero que construímos cada día. Ese apodo era una palabra que si la escuchaba, al instante me recordaba a vos.
Y que lástima que ya no nos volvamos a llamar así...

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