5 de noviembre de 2009

El efecto seguía, y seguía, y para no cortar esa sensación de estar, de sentirse, justamente, al límite, fueron a ese bar nocturno, al que tenían planeado ir.
Cuando llegaron, Valentina sintió otra vez ese zumbido en el oído, la música ahí estaba altísima. Más alta, incluso, que en los otros bares, y estaba mucho más oscuro.
Había todo tipo de situaciones: un hombre y una mujer besándose en uno de los rincones, dos mujeres besándose en otra de las esquinas, dos hombres y una mujer en un beso múltiple arriba de un sillón, o bien, al menos eso parecía.
Por supuesto, no podían faltar las drogas: algunos las fumaban, otros las inhalaban, otros las consumían mediante pastillas.
Hasta ese momento, era el bar más descontrolado al que había ido Valentina.
William y Arthur fueron a la barra, Binzy y All a uno de los sofás, y Valentina y Noah en otro.
Obviamente, no podían faltar las botellas en las manos de ninguno.
Noah se dejó caer en el sillón, y Valentina se sentó arriba de él, con las piernas abiertas, y ambos quedaron cara a cara. Ella comenzó a besarlo. Primero eran besos suaves, y luego, eran besos apasionados.
Se besaban, se tocaban, se despeinaban, no importaba el resto de la gente, era como si nadie mas estuviera allí. Estaban lo suficientemente ebrios como para dejar todo eso de lado.
De repente, Valentina miró hacia la barra, y vio a William con una chica. Eso no le gustó para nada, aunque ella estuviera con Noah.
"Qué onda esta perra con William?", pensó.
Siguió besando a Noah, pero disimuladamente miraba de a ratos hacia la barra. Le molestaba. Le molestaba que aquella chica estuviera con William.
- Voy a buscar más de esto - le dijo Valentina a Noah, levantando la botella en alto, como excusa para ir hacia la barra.
Noah estaba tan borracho que ni se daría cuenta si Valentina tardaba mucho o no. Simplemente asintió con la cabeza, mientras prendía un cigarrillo.
Valentina también estaba ebria, pero eso no arruinaría sus dotes seductores. No esa noche.
Tenía un escote bastante bajo, y se lo bajó aún más. Con eso, era suficiente.
Llegó a la barra, y apoyó sus brazos sobre un taburete dejando caer todo el peso de su cuerpo, y quedando atrás de William.
Él tenía a esa chica en sus brazos, pero a Valentina no le importó.
- Yo sé que preferís estar así conmigo. - le susurró al oído y empezó a besarle el cuello.
- Sí, pero vos estás con Noah. - le contestó él, apenas moviendo su cabeza.
- No, ahora estoy acá. - le contestó ella con una sonrisa.
Automáticamente, William bajó a aquella chica de sus piernas, y se dio vuelta para quedar frente a Valentina.
La pobre tipa quedó atónita. William le estaba dando la espalda, y la había bajado así como si nada de sus piernas. Eso fue muy grosero de su parte, pero, todos sabemos que a William no le importaba.
Se quedó ahí parada por unos segundos, como esperando que él le dijera algo, o se diera vuelta de nuevo, o se disculpara.
- Necesitás algo? - le preguntó Valentina sarcásticamente, con una sonrisa sobradora, mientras se acercaba más a William, y se acomodaba entre sus piernas.
La chica se quedó en silencio, no sabía que contestarle.
- Supongo que no. - dijo Valentina, y rio discretamente. William sonrió, mientras Valentina rodeaba su cuello con sus brazos, y el, rodeaba los suyos en la cintura de Valentina.
La chica se fue, naturalmente. Y Valentina la miró bastante mal.
- Zorra. - dijo como si se le escapara un pensamiento.
- Sos mala. Eso me encanta. - le dijo él mientras le besaba los hombros a Valentina.
- Qué cosa? Que sea mala? - preguntó ella.
- Sí, cuando sos así, tan perra.
Ese "tan perra" había sonado tan excitante para los oídos de Valentina. Ya ni siquiera le importaba si Noah la estaba viendo o no, solo quería sentir los labios de William tocar los suyos, en un beso furtivo, en un beso que de alguna forma, no se tenían que dar. Pero eso, lo hacía aún más tentador.
Él levanto la cabeza de repente, quedando cara a cara, face to face, con Valentina. Ella se acercó un poco, y él aún más... y la besó.
No importaba la gente, no importaba el resto del bar, ni siquiera importaba Noah. Solo les importaba ese beso, esa excitación, ese sabor, ese placer que experimentaban, y el saber que en cualquier momento Noah podría aparecerse ahí y verlos, los excitaba aún más. Esa sensación tan grata de estar al límite, esa adrenalina, era aún más linda que la que sentían con las drogas.
El la seguía tomando por la cintura, pero Valentina bajó sus manos, por el cuerpo de William, hasta el lugar indicado.

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